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Piedra eres... y en arte te convertirás. Santa Eulalia, Barrio de Santa María


"Piedra eres... y en arte te convertirás". No sé si esto es realmente lo que pensó el "maestro tallador" ante la gran cantera del lugar... a la par que arrancaba de sus entrañas, con sangre, sudor y lágrimas, los mejores cantos ensillados, que una vez diseñados y perfectamente canteados con su cincel, le permitieran llevar a cabo su majestuosa obra. Pero aun así, nuestro maestro tallador trazaba con entusiasmo su arduo trabajo diario... ladera arriba... ladera abajo... aunque duro y muy sacrificado, consciente de la impronta que dejaba pero sabedor de la generosa compensación recibida gracias a la compañía, siempre eterna y vigilante, del Curavacas y del resto de imponentes picos... encumbrados unos y agazapados otros tras esta montaña nuestra y custodios ya para siempre de la advocada a Santa Eulalia


Piedra a piedra, la pequeña ermita iba tomando forma. La idea era clara, un templo sencillo, arconado en sus formas, magistral en su naciente, imponente en su hastial del oeste, labrada en piedra de sillería, cuya básica estructura acogiera un interior hospitalario, pleno de silencio, cargado de emoción, lugar de devoción, entrelazado y eternamente unido, a los pies de dichas altas cumbres. Ejecuta una sola nave rectangular de cuatro tramos, presbiterio recto, elegante ábside semicircular, majestuoso en canecillos, capiteles y en labradas columnas, asentadas sobre el ínclino de su ladera. El Curavacas contempla atónito su espadaña, que fija la mirada sobre su hastial occidental, sencilla, pero que parece estar ausente sin estarlo, plegándose al poniente... desafiando a las alturas de la espectacular Montaña. Todo este conjunto de ornamentos, cincelados sobre la piedra de la tierra, son la discreta fábrica de este espléndido templo Montañés.


El tiempo y la devoción de sus fieles se han encargado de conservar su aspecto original, casi en perfecto estado. No existen añadidos posteriores, por dicho motivo, se le puede considerar como uno de los templos auténticamente genuino e intacto del románico palentino. La única entrada al templo... emociona. Lo primero que te obliga a observar sin atreverte aún a adentrarte a sus entrañas, son sus herrajes... me han asegurado que son los originales; ofrecen a su excepcional pórtico, enclavado en el muro norte, un tallaje de aspecto increíble.


Barrio de Santa María está situado en un enclave privilegiado de la Montaña Palentina, bañado muy de cerca por las aguas embalsadas de un Pisuerga prematuramente neonato. Verdes valles, salpicados de suaves y armoniosas lomas, ofrecen al lugar un encanto especial. Cerca de esta encontraremos también la imponente ermita de Santa Cecilia, en Vallespinoso de Aguilar. Ambas forman un tandem inigualable en la ruta del románico norte palentino. El punto de referencia habitual para llegar hasta Barrio de Santa María, lo centraremos en Aguilar de Campoo, a través de la carretera PP-2132. A un escaso kilómetro de la localidad, Santa Eulalia se muestra ya imponente en el camino. Su influjo te atrae, es imposible deshacerse de él. Como ya he descrito anteriormente, conserva plenamente su fábrica original, rezuma historia por todos sus poros. A su vista, hacia el poniente y sobre el llano, avistaremos el pueblo de Barrio de Santa María, protegiendo también su espectacular iglesia parroquial. La orientación es la habitual en los templos del románico. Los rayos de luz del naciente, bañados previamente por las cristalinas aguas del embalse de Aguilar, penetran en su interior a través de los tres armoniosos ventanales de su ábside... reflejando su luz sobre la sencilla pero hermosa mesa santificada del altar; ésta, presidiendo el templo, empecinada sobre una simple columna labrada en bloque completo de piedra.


Su pórtico de entrada luce orgulloso cinco arquivoltas, apeadas sobre cuatro columnas labradas con espléndida maestría. Su puerta de entrada es enternecedora, según la franqueamos deja al descubierto una pila bautismal prácticamente lisa y que con plena seguridad... unas  innatas y ancestrales pinturas ya enmudecidas sustituyeron el labrado habitual de este tipo de ornamento sagrado. Su interior esta perfectamente delineado, como si el maestro tallador tuviera ya en aquellos tiempos el perfecto sentido del alineamiento universal. Sus murales inspiran en el visitante, aun así, el sentido de su iconografía, pues el autor de dichos frescos quiso perpetuar para siempre con todo su esmero... sin pensar en la traición del tiempo. Su conservación es difusa, pero la manos maestras del pintor... quiso que al día de hoy, todavía, pudiéramos gozar en nuestra imaginación de todo su cualificado arte.

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Fotografías propias previamente retocadas
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