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El extraordinario patrimonio guardense


Dicen que Guardo no tiene historia, que su patrimonio es escaso y poco prominente. Seguro que más de uno esta reflexión la ha escuchado en alguna ocasión, pero... craso error y en este artículo quiero demostrar que esta infame aseveración no tiene base ni sustento de ningún tipo. Mis primeras palabras las quiero dedicar para agradecer el gran trabajo de investigación de don Quirino Fernández, sacerdote ya fallecido, más concretamente de la Orden de San Agustín, pues gracias a  su valiosa obra histórica literaria, el Señorío de Guardo, hoy conocemos algo más de nuestra localidad y por extensión de nuestro pasado más lejano. Y también, cómo no, mi agradecimiento personal a Jaime García Reyero, pues su gran trabajo literario, reflejado en varios libros sobre la localidad y editados por la editorial Aruz de mi buen amigo Wifredo Román, que también tiene su gran mérito, detalla y relata nuestra historia con buen criterio y acierto. A ambos debo de agradecer su enorme aportación, pues sin ellos este humilde narrador no hubiera podido llevar a buen puerto este relato.

San Juan es el templo más importante de la localidad y a su vez el más desconocido (patrimonialmente hablando) incluso por muchos de nuestros vecinos. Pero sin duda, es el legado más importante, extraordinario y emotivo que nuestros antepasados dejaron en nuestro pueblo. Es nuestra obligación preservar y mimar dicha herencia, dejando intacto a nuestras generaciones venideras este gran legado del que todos los guardenses debemos sentirnos orgullosos. Un templo que esconde verdaderas obras de arte y, cómo no, una excepcional historia en ocasiones verdaderamente desconocida que es digna de contar y transmitir a los demás. No podemos poner excusas, pues hoy la divulgación de nuestro patrimonio no solo se puede realizar  a través del boca a boca tradicional, sino también a través de cualquier medio digital que a nuestro alcance esté. Por ello, os invito a compartir vuestros conocimientos sobre nuestra gran joya para que llegue lejos, muy lejos, ¡qué traspaso nuestras fronteras! Como curiosidad, cabe destacar que no es precisamente el Patrón de la localidad, San Antonio, quien da advocación a este maravilloso templo, y en este aspecto, parece ser que nunca hubo en nuestro pueblo ningún templo advocado a tan venerado santo, sobra decir que esta iglesia está advocada a otro de los santos más querido por los guardenses, San Juan Bautista. Llegado a este punto, vamos a realizar un repaso por la historia y a intentar desentrañar los secretos que envuelven en un halo de misterio esta “Bella Desconocida”, tal como acertadamente la denominó Don José Luis Calvo, Delegado Diocesano para el Patrimonio de Palencia.

El actual templo, prácticamente en toda su totalidad, se construyó en el siglo XV o tal vez XVI bajo un claro estilo gótico, como podemos apreciar con tan solo alzar la vista hacia las bóvedas que coronan toda la cubierta. A este estilo arquitectónico, que mayoritariamente impera en nuestra iglesia, los expertos lo denominan gótico decadente o gótico florido, pues dicho estilo se produce en el siglo XV durante la decadencia del goticismo, caracterizándose por tener una ornamentación exuberante y extremadamente abundante. Nuestro templo, en su planta original, no incluía los añadidos que a continuación voy a mencionar: el atrio, la capilla de los Enríquez, la capilla de San Antonio, la ampliación de la sacristía y la torre campanario, todas estas dependencias son construidas en el siglo XVIII, pero aunque sean añadidos posteriores, dejan una excelsa huella arquitectónica sobre la edificación, sin perder en ningún caso la armoniosidad del bello edificio. Si hacemos un ejercicio mental, imaginándonos la iglesia sin las dependencias antes mencionadas, nos encontramos con una iglesia que en planta original era basilical de tres naves, sin transepto y por lógica sin cimborrio, con ábside rectangular a la cabecera y posiblemente espadaña tradicional y típica de la Montaña Palentina en el hastial de poniente.

La iglesia está situada sobre una de las zonas más altas de la localidad, tal como era propio en aquellos tiempos. Solo superada en altura, dentro del casco urbano, se entiende, por el lugar de ubicación del castillo de Guardo, a escasos doscientos metros de su asentamiento. En mi opinión, el castillo de Guardo era un torreón fortaleza en cuyo interior se ubicaba en tiempos la iglesia principal de la localidad, Santa María del Castillo, esta iglesia es muy anterior a la construcción de San Juan. Esta pequeña iglesia estaría tal vez acompañada de algunas dependencias más, que servían para resguardar a los soldados encargados de las labores de vigilancia.

Pero lo que sí está meridianamente claro, es que la iglesia, tal como la conocemos en la actualidad, no fue la primera edificación eclesiástica que los guardenses construyeron en este emblemático cerro. El templo que hoy disfrutamos está claramente levantado sobre los cimientos de una anterior iglesia y esta por supuesto románica. No cabe ninguna duda de esto, no hay ningún motivo para pensar que Guardo no tuvo en los albores del siglo XII una iglesia de estilo románico en este mismo lugar, como era habitual en cualquier población de la Montaña Palentina, donde abunda este estilo. Además, algún resto de este primoroso estilo queda aún patente en nuestra iglesia, varias piedras en los muros de la fachada, y una ventana, totalmente cegada ubicada en el muro de la epístola, que posiblemente provenga de su antiguo ábside románico.

Y por qué no perduró el templo románico de Guardo como en el resto de localidades de nuestro ámbito provincial. En este aspecto, debemos de indicar y poner en valor, que el norte de la provincia palentina está considerada la comarca con mayor concentración de templos románicos de Europa, más en particular la zona del noreste provincial. Una de las principales razones para la buena conservación de dichos templos, aunque sea triste reconocerlo, era motivado ni más ni menos por la enorme pobreza que asolaba los territorios de nuestra comarca, pues sus laboriosos pobladores bastante tenían con sobrevivir, en comparación con las comarcas más sureñas de la provincia o las del eje del Camino de Santiago que eran comarcas más prósperas y con seguridad algo más acaudaladas. En nuestra montaña no teníamos a Doña Urraca ni a Doña Berenguela ni a otros mecenas acaudalados que financiaran la construcción de nuevos y grandes templos, como los que hoy lucen orgullosas las localidades del centro y sur provincial, sustituyendo sus pequeñas y vetustas iglesias románicas por tan majestuosas iglesias, consideradas casi catedrales. Esta situación, provocaba, si así se puede expresar, que nuestros antepasados mimaran y conservaran sus pequeñas iglesias románicas con tal empeño y hasta el punto de encontrarnos templos y cenobios en el norte provincial que conservan aún todo su esplendor. Y lo mejor de todo, muchos de ellos en su estado original y sin ningún tipo de postizo ni añadido posterior. 

Pero ni tan siquiera este detalle es lo que provocó la falta de pervivencia de nuestra ancestral iglesia románica. ¡Y no porque nuestro pueblo nadara en la abundancia económica! Por desgracia, nuestro primer templo seguramente sucumbió a la fragilidad del terreno arcilloso de este cerro, que estaba aderezado además, por decirlo de alguna manera entendible, de corrientes de aguas que con seguridad provocaron que aquella primera construcción no pudiera pervivir al paso del tiempo.

Ya hemos dicho que nuestro templo es un edificio construido en un gótico decadente. Sus muros están levantados con técnica de mampostería (procedimiento de construcción en el que se unen las piedras con argamasa sin ningún orden de hiladas o tamaños.), pero ostenta buenas piedras de sillería en columnas, esquinas, pórtico de entrada y algunas zonas más del templo. Dicen que algún pozo oculto, en la zona más oriental del templo, en su día surtía de agua a los moradores de la iglesia, seguramente así sea, como en muchas de las casas de los vecinos de la población. Hay que decir, también, que el subsuelo del templo cobija interesantes enterramientos, con seguridad de algunas personalidades de la localidad, pero no precisamente el del arzobispo más famoso nacido en nuestra localidad.

Los templos románicos y góticos se caracterizan por su orientación en cabecera al naciente (al este); aunque algo discutido este aspecto, nuestro templo está un poquito desviado hacia el noroeste, seguro que al maestro cantero le falló un poco la brújula en su primer replanteo. Contó con un coro de madera en el lado oeste de la iglesia, al poniente, fue desmontado, amortecido por la carcoma, años atrás. Y quién sabe si también con algún órgano que ofreciera melodiosos sonidos a sus devotos. 

Como he comentado con anterioridad, la planta del templo en origen está diseñada en forma basilical, compuesta de tres naves. Los pilares que dividen dichas naves soportan bóvedas de crucería. Las bóvedas son una auténtica joya de la arquitectura gótica, las claves que luce en cada una de las crucerías, todas ellas, muestran una iconografía muy interesante. En su día estaban policromadas, como el resto del templo, como era la norma en cualquier templo gótico o románico. En este sentido, hay que decir que los templos de época no se daban por concluidos hasta que no estaban completamente pintados. Entre las claves, podemos encontrar una concha tallada sobre el canto de una de las claves de la nave de la epístola, según entramos en el templo, a la derecha, que envuelve con acierto peregrinal a uno de los rosetones de la crucería. Esto es un claro alegato de que nuestro pueblo fue paso de los peregrinos que acudían a Compostela a venerar al Santo del Atlántico, transitando la Ruta de la Montaña. Sin duda, nuestro pueblo es el auténtico corazón del "Viejo Camino de Santiago", pues está aproximadamente a mitad del recorrido de este ancestral camino. Pero no solo hay constancia en San Juan del paso de los peregrinos en su ruta a Compostela. La ermita del Cristo es un vivo ejemplo de la típica iglesia con posada que ofrecía descanso, cobijo, asistencia, meditación y bendición al caminante devoto, en los albores del segundo milenio. El Cristo está situado en un paraje privilegiado del término municipal guardenses, al vista del imponente Espigüete, que impone su altura sobre el resto de cimas de la Sierra de la Peña. No debemos dudar en ningún momento de la trascendencia que esta senda, hoy por desgracia olvidada, tuvo en los dos primeros siglos posteriores al descubrimiento de la tumba del Apóstol en las cercanas tierras gallegas. Reivindiquemos con orgullo nuestro pasado peregrinal y trabajemos en pro de relanzar esta ancestral ruta jacobea, pues Guardo es el corazón de este viejo camino de 18 etapas, ocupa la novena, como fin de etapa desde Cervera y la décima como inicio de etapa hasta Puente Almuhey..

No sé si nuestra iglesia luciría en su hastial de poniente una bella espadaña, como era habitual en las iglesias de concejo (como así las denominaba el historiador García Guinea) del norte palentino, o tal vez fuera una torre campanario. Los buenos historiadores se inclinan por esto último. Jaime García Reyero nos cuenta que la vieja torre de la iglesia gótica sucumbió al terrible terremoto de Lisboa, el 1 de noviembre de 1755. Nuestro templo pasó 6 años sin dicho elemento arquitectónico. En 1761, el templo luce por fin una nueva y flamante torre, como obviamente podemos observar en la actualidad, construida también en mampostería, como el resto del templo, pero con buenos sillares bien labrados en sus esquinares. Su reinauguración fue todo un acontecimiento en la localidad y a la que no faltaron las autoridades eclesiásticas del Obispado. A lo que sí sobrevivió honrosamente nuestra iglesia fue al paso de los franceses por la localidad, en la primera década del siglo XIX. Dicen que nada se llevaron de nuestro templo, tan solo su profanación, bueno esta no se lo llevaron... sino que aquí la dejaron, utilizando el templo como posada para los soldados y cuadra para sus animales... pero si alguna joya más desapareció... eso nunca lo podremos asegurar.

En el lado del evangelio (lugar donde se leían los evangelios en la liturgia, a la izquierda mirando el Altar Mayor) está la capilla de los Enríquez, financiada por el licenciado Santos Bullón, Obispo de Barcelona y Señor de Sigüenza. Su construcción es cuadrangular, con buenos sillares perfectamente tallados, se corona al naciente con su particular ábside semicircular, también construido con buen sillar. Ostenta una preciosa cúpula. En lo alto está coronada por linterna (para dejar entrar la luz) y también encontraremos el escudo de los Bullón, labrado con gran majestuosidad sobre el muro del norte. A su lado, se sitúa nuestra más preciada joya: la pila bautismal románica, pero de esta hablaremos un poco más adelante.

El interior del templo es un viaje en el tiempo por los diferentes estilos artísticos, tenemos renacentista, románico, barroco, gótico, etc., de todo un poco. Pero si de algo debemos de estar orgullosos es de nuestro impresionante barroco, sin duda el mejor de la Montaña Palentina, como así lo defiende mi buen amigo Jaime.

El Cristo de la Agonía es en mi opinión una de las joyas patrimoniales más importantes de Guardo, sin duda alguna. Su impresionante realismo, magistral tallado y excelente conservación, protagonizan en su soledad el retablo que el Altar Mayor de San Juan luce a diario. La ausencia de otras tallas en dicho retablo, que como si de un gran marco que envuelve a una excelsa obra pictórica del mejor artista se tratara, hace aún más, si cabe, que esta impresionante talla de madera brille con gran resplandor sobre el presbiterio de la iglesia guardense. Si observamos con detalle, la Mesa de Altar va a juego con el retablo que soporta nuestro Cristo, ambas piezas procedentes de un retablo desmontado tal vez de la iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava. 

El Cristo es obra salida de la factoría de los Sierra, familia asentada en Medina de Rioseco cuyo taller funcionó con gran éxito durante los siglos XVII y XVIII. El promotor de dicha empresa fue el gran artista castellano Tomás de Sierra, progenitor de la saga de tan laureados artistas. Aunque nacido en Santalla del Bierzo, se estableció en Medina de Rioseco, donde él y sus hijos elaboraron buena parte de la imaginaría que procesiona en las mejores Semanas Santas nacionales. Tomás de Sierra tuvo diez hijos, siete varones, Francisco, Baltasar, José, Tomás, Jacinto, Manuel y Pedro, este último está considerado uno de los mayores escultores castellanos de todos los tiempos. Tuvo también tres hijas, María, Manuela y Josefa. Entre todos diversificaban las disciplinas necesarias para elaborar los mejores retablos y las mejores tallas de la época; eran escultores, pintores, ensambladores, arquitectos y sobre todo emprendedores, grandes emprendedores. 

Tres generaciones de la familia Sierra formaron parte del taller. Pero fue su nieto, Rafael de Sierra -hijo de Pedro y sobrino de Francisco de Sierra, este último presbítero y escultor-, quien con sus prodigiosas manos talló nuestro Cristo en el año 1764. Hay que decir que Francisco de Sierra, su tío, también tiene vinculación con nuestro pueblo, pues unos años antes fue el encargado de realizar la talla de San Antonio, hoy la podemos admirar en el centro de un impresionante retablo en la pared de la sacristía, junto a la capilla de San Antonio. Rafael de Sierra desarrolló parte de su labor profesional en León, donde los Sierra y discípulos de estos tenían una excelente cartera de clientes. Es posible que en muchos de los encargos coincidieran las manos de varios artistas de esta saga de grandísimos imagineros, por qué no. En el caso de nuestro Cristo, es fácil ver la inspiración del mejor escultor castellano de la época, su padre, Pedro de Sierra, pero no sus manos expertas sobre el excepcional tallado, pues cuatro años antes de la creación esta obra de arte Pedro había fallecido.

Aparece en los libros de fábrica de 1754-1781 y de inventarios de 1785 de la parroquia guardense. Así pues, hoy podemos saber gracias a estos documentos algo más relativo a nuestra historia. En ellos, aparece el encargo que hizo la parroquia guardense al prestigioso taller de los Sierra, una vez que la anterior talla fue desechada y enterrada por el deterioro que había sufrido a lo largo de los años. 1.200 reales de vellón fue el costo de la imagen, una auténtica fortuna... pero mereció la pena, pues el extraordinario legado que aquel dinero dejó a los guardenses hoy es de un valor realmente incalculable... y no solo monetario.

Es fácil de imaginar la dedicación que el autor puso sobre esta gran obra de arte. Su expresión, su realismo, su viveza... hacen de esta talla una joya imprescindible de visitar y a la par una joya escultórica para emocionarse a los pies de la extraordinaria imagen. Es sin duda una gran obra de arte que a veces pasa desapercibida, incluso  para nosotros los que día a día pasamos cerca de ella. Pero ahí está, siempre, observando los acontecimientos que los guardenses celebran en la iglesia más emblemática de la localidad.

Es de destacar la talla del patrón de la localidad, San Antonio de Padua, del siglo XVIII, la cual pudieron disfrutar los visitantes de las edición de las Edades del Hombre celebrada en Palencia capital, y las tallas de San Juan y San José, talladas con verdadero gusto y gran realismo, todas ellas salidas del taller de los Sierra, también son obras de un barroco excepcional. La cruz procesional, el Cristo del Amparo, del siglo XVIII, hoy en la capilla de San Antonio y otro excepcional Cristo, también del Amparo, del siglo XV, que tenemos en la iglesia de Santa Bárbara.

Pero no debemos pasar por alto uno de los misterios más interesantes del templo: la reliquia de Santa Columba. Un hueso incorrupto de una joven mártir cordobesa, ajusticiada por los moros en el año 854. Columba era una bellísima mujer de ascendencia romana, una familia cristiana de origen patricio que vivía en la Córdoba ocupada por los musulmanes. Todos sus hermanos fueron clérigos del monasterio de Tábanos, en las afueras de la ciudad, en la sierra cordobesa. Columba llegó a ser abadesa del monasterio, donde vio morir a sus hermanos durante un ajusticiamiento en el convento. San Eulogio se refiere a ella como una "Hermosísima y nobilísima, espejo y norma de santidad para todos los cordobeses...". Huyó del monasterio cuando este estaba en llamas, incendiado por los musulmanes, en plena represión mora, acudiendo a la ciudad para conocer la suerte que habían corrido sus padres. Apresada por los musulmanes, fue decapitada por blasfema y sus restos tirados al río. Posteriormente, fueron rescatados por algunos fieles que habían corrido mejor suerte. Columba forma parte de los Santos Mártires de Córdoba, es todo un misterio desgranar cómo llegaron hasta aquí parte de los restos de la Santa. Tal vez algo tenga que ver el insigne caballero templario que preside los intramuros del lado de la epístola de la iglesia. En dicho muro del sur de nuestra entrañable iglesia, tenemos un sencillo arcosolio funerario, descanso eterno de nuestro desconocido templario, que pasa desapercibido hasta para los fieles que a su lado se asientan a entonar sus oraciones. Pero esta es otra historia que podéis seguir a través de mi blog Dentro de mi mochila.

Pero la joya de la corona la tenemos a nuestra izquierda según miramos el Altar Mayor, la pila bautismal románica. Y esto lo digo con énfasis, pues todo hace pensar que nuestra pila procede del comentado primer templo románico. Es una pila que se diseñó para el bautizo por inmersión. Al bautizado se le sumergía tres veces en la pila bautismal para recibir este sacramento. Como otras pilas románicas que lucen las iglesias de nuestro entorno, ostenta en su exterior una lectura historiada de gran impacto visual y emotividad. En su origen, seguramente todo su labrado estaba policromado, siendo una pieza única por lo enigmático de su testimonio.

¿Cuál es su origen? ¿Quién es su autor? ¿En qué año fue labrada? Etc. Estas y muchas preguntas más... aún están pendientes de encontrar respuesta. Pero ante todas ellas, hay una que en mi opinión destaca sobre el resto: ¿cuál es su mensaje? ¿Qué quiso representar sobre la piedra bruta el anónimo y misterioso tallador?

La robustez de la pieza es lo primero que llama la atención según nos acercamos a esta asombrosa obra ya casi milenaria. Posa muy dignamente sobre una base octogonal, que la acompaña en su morada no desde tiempos remotos. El autor puso todo su esmero en no dejar un rincón de la piedra sin decorar, toda su simbología ostenta un profuso tallado de alto relieve en torno a la superficie exterior de la pila, otorgando a la pieza un valor decorativo sin par y ofreciendo al observador contemporáneo un gran misterio por descubrir que no tiene parangón. Parece como si el maestro cantero, tal vez de origen local, dispusiera del don de transmitir generación tras generación el motivo real de su pesadumbre y miedos.

La copa se corona con un excelente motivo decorativo estilo jaqueado que recuerda a los ancestrales labrados, más propio de época grecorromana. Todo la escenografía de la parte media superior está culminada bajo una arquería, donde se pueden ver con claridad todos los elementos del estilo románico (basas, columnas, capiteles, etc.). En primera instancia se observa en el labrado una dual disposición de las escenas que el maestro cantero quiso representar sobre dos espacios paralelos claramente diferenciados. La superior, tal vez ofrece una interesante alegoría a la vida. La inferior, la muerte intenta recobrar protagonismo, pero tal vez vencida por la resurrección y la vida eterna.

Desgranar el significado de cada imagen es todo un reto para los expertos. Para el resto de los mortales, entre los que este humilde narrador se encuentra, solo con deleitar su extraordinaria expresividad es toda una experiencia verdaderamente enriquecedora. Aun así, ¿por qué no lo intentamos?

¿Por dónde empezamos a leer su posible significado?. Yo no tengo duda, la primera imagen, la que se aloja sobre la piedra con orientación norte, nos muestra una figura humana que ocupa toda la extensión vertical de la pila. Esta figura está dentro de su propia arquería, sola, encerrada dentro de ella, pero preparada para emprender el nuevo camino. Es muy posible que el cantero iniciara el tallado de la piedra en este punto. ¿Quiso este representar al nuevo cristiano en espera de recibir el bautismo, ante la puerta de entrada al mundo terrenal -prescindiendo aún del inframundo- y advirtiéndole de lo que en su nueva vida se va a encontrar? Dicha figura porta en su mano derecha lo que parece ser un arma, que no es, ni más ni menos, que la representación de la voluntad necesaria para superar las dificultades que este se va a encontrar en su trasiego por la vida material. Nuestro maestro cantero siguió tallando la pila en sentido contrario al movimiento de las agujas del reloj. Nada más iniciar su entrada al nuevo mundo, el bautizado, se encuentra con la primera dificultad a superar, el centauro, este le espera curiosamente armado con un arco en posición de disparo. Aquí, en este punto de la pila, bajo el centauro, el cantero comienza el tallado en doble banda, en esta banda inferior, podemos observar claramente el enfrentamiento de dos animales, ambos alados, entiendo que en clara representación de la lucha entre el bien y el mal. Al centauro le acompaña en su parte superior derecha otro animal, esta vez con aspecto menos mitológico y de difícil interpretación para este humilde narrador.

Inmediatamente en el registro superior seguido del centauro, encontramos las figuras más enigmáticas de nuestra pila. Un hombre en posición de protegerse la pelvis, e inmediatamente debajo de esta enigmática representación, tal vez el mismo hombre, caído sobre la base del inicio del segundo registro. ¿Víctima del pecado carnal?

En las tres siguientes imágenes, tal vez relate el camino que ha de seguir el nuevo cristiano durante los momentos terrenales que separan la vida de la muerte; de alguna manera, el autor quiso reflejar la senda a recorrer para alcanzar la salvación una vez recibido el sacramento del bautismo, la primera es una mujer pidiendo bendición y orientación o tal vez recibiendo las instrucciones necesarias para recorrer el camino hacia Dios. Preside la segunda escena, en el mismo registro superior,  las figuras de un hombre y una mujer entrelazados y semidesnudos. Sobre ellas, son observados por dos figuras con aspecto clerical -de los cuales una parece estar alado, posiblemente un ángel-, ancladas en la parte superior de la arquería analizada, que parecen observar de cerca que los nuevos cristianos cumplen con los designios que les evoca la divinidad. La escena tal vez represente la concepción natural de la vida... entregados a ÉL y a la vista de los representantes de la divinidad en la tierra, que certifican que esto verdaderamente se cumple. Justo debajo, en la banda escenográfica inferior de la pila, se representa el misterio de la resurrección, el hombre vence a la muerte levantando su propia lápida, venciendo, sin mostrar debilidad alguna, la carga que ha llevado durante toda su vida...

Si seguimos, se puede observar, dentro de una arquería algo más pequeña que la representada sobre la imagen anterior, a una mujer orando ante una figura que bien pudiera ser un clérigo. Posiblemente, forme parte de una secuencia escenográfica más completa, iniciada en las anteriores imágenes y que nos relata el camino que debe seguir el neonato de su entrega a Dios, una vez inmerso en las aguas consagradas. En la parte inferior, como continuación de la escena iniciada en la imagen primera, de nuevo el cantero nos muestra cómo la vida vence a la muerte, pero en esta ocasión, la posición "boca abajo" de la figura que emerge de la tumba, tal vez nos indique una clara referencia a la salvación del alma, dejando atrás su cuerpo humano, una vez finalizado su paso por la vida terrenal con verdadera ejemplaridad cristiana. La aproximación a esta lectura sobre la resurrección continúa con la representación de un grupo de almas en suspensión y en posición victoriosa ante la muerte una vez alcanzada la vida eterna en el Reino de los Cielos. Estás a su vez están acompañadas de un singular Tetramorfos, situado en el plano superior. La representación de este Tetramorfos lo comprobaremos cuando analicemos las siguientes imágenes labradas en la pila bautismal. En mi opinión, el labrado de la parte inferior forman parte de la representación de una escena más completa, alegórica a la resurrección, al Juicio Final y a la salvación del alma redimida.

El románico es prolifero en representaciones varias y diversas del Tetramorfos tanto labrado sobre piedra como aplicado sobre muros con las mejores técnicas pictóricas de la época. Pero también es verdad, que estamos acostumbrados a ver el Tetramorfos rodeando a un Cristo en Majestad -dentro de una mandorla (marco en forma oval)- habitualmente representado en cada una de sus cuatro esquinas. En la provincia de Palencia, encontraremos excepcionales muestras de Tetramorfos, reflejados en todo tipo de fachadas, frisos, murales, etc. Pero en el caso de Guardo, tal vez esta pregunta sea uno de sus mayores misterios: ¿hay un Tetramorfos en la pila bautismal de Guardo? Vayamos por partes. Las cuatro figuras alineadas horizontalmente bajo la arquería principal que decoran la franja superior de la pila, nos indica que esta deducción no es del todo descabellada. La singular novedad es que, en la pila guardense, la representación de los cuatro evangelistas el cantero los representó en fila de a uno, o como se dice vulgarmente, uno al lado del otro. El hombre, el águila, el león y el toro, todos ellos labrados en la banda superior... y curiosamente "alados", se abren paso iconográficamente en esta excepcional pila bautismal para que en esta no falte de nada. Muy curiosa resulta la imagen de la segunda figura, el águila. Su autor le otorgó un aspecto de clérigo con una cruz en el pecho, muy poco común en este tipo de representaciones. Las cuatro figuras se disponen una detrás de otra y representan a los evangelistas: el ángel, San Mateo, el águila antropomorfa con una cruz en las manos, San Juan, el león alado, San Marcos y el toro alado, San Lucas.

Por otra parte, podemos observar la escenografía completa de la banda inferior de la pila que narra una secuencia completa, relativa a la muerte y a la resurrección del cuerpo y del alma, todo ello por supuesto ante los ojos de Dios. Parece que el autor quiso representar, en esta escena, el destino divino y la salvación del recién bautizado, si este verdaderamente cumplía con los pasos marcados por la doctrina cristiana. Podemos observar, como al final de la escena el autor repite la figura de un león alado, pero en esta ocasión fuera de la alineación del Tetramorfos. Tal vez el cantero quiso representar a Cristo, guiando hacia la luz a las almas, ya purificadas, que emergen del inframundo. En realidad, es posible que el autor quisiera representar sobre la piedra el Juicio Final, Esta hipótesis se ve reforzada por la presencia del Tetramorfos que hemos analizado en la parte superior de la pila bautismal.

Algo más:
http://dentrodemochila.blogspot.com.es/2015/01/la-reliquia-de-santa-columba-de-la.html
http://dentrodemochila.blogspot.com.es/2014/12/palencia-camino-del-mas-bello-romanico_19.html
http://dentrodemochila.blogspot.com.es/2016/07/cristo-de-la-agonia-el-patrimonio.html
http://dentrodemochila.blogspot.com.es/2016/06/santo-cristo-del-amparo-el-patrimonio.html
http://dentrodemochila.blogspot.com.es/2016/04/y-cual-es-su-mensaje.html




 Fuentes consultadas:
- http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/25079/1/martires2.pdf
- http://www.geocities.ws/misa_tridentina01/se/17d.html
- http://profesorjuanra.blogspot.com.es/2012/09/columba-de-cordoba-santa.html
- https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Eulogio_de_C%C3%B3rdoba.htm
- http://costaleroscalvariocordoba.blogspot.com.es/2012/06/los-santos-martires-de-cordoba-i.html#.VJ9Gc14AAA
- Guardo, sus gentes y su historia, Jaime García Reyero
- El Señorío de Guardo, Quirino Fernández

2 comentarios:

Maripaz dijo...

Magnífico trabajo, Eduardo.

¡Enhorabuena!

Unknown dijo...

Totalmente de acuerdo con Maripaz y con Paz. Aún lamento más, no haber asistido a tu conferencia. Ya sabes la próxima avisas.

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