En busca del románico de Campos

Es verdad, que el norte de la provincia de Palencia conserva la mayor concentración de templos románicos del mundo. También es verdad, a su vez, que el centro provincial, a la vera del Camino de Santiago, ostenta los más impresionantes templos, que conjugan los más variados estilos artísticos en su aspecto arquitectónico. Pero no debemos tener ninguna duda de que los pueblos del más profundo corazón de la Tierra de Campos palentina, muestran en su extensa llanura excelsas edificaciones que nada tiene que envidiar al resto de las comarcas de nuestra provincia.

Torremormojón es uno de esos pueblos palentinos que sorprenden por su impresionante legado histórico. Son varias las visitas que he realizado a este pueblo terracampino y así observar la bella torre campanario de la iglesia de Santa María del Castillo, pero siempre, por una razón u otra, dejaba pendiente en mi mochila un ascenso al altozano que alberga las ruinas de su castillo; y eso que se adivinan unas vistas prodigiosas desde los pies de dicha cumbre. La iglesia actual se conforma en varios estilos, aunque como en casi todos los templos palentinos, se levantó sobre otra edificación posiblemente de la época del románico. Esto se constata a la vista de su torre, de bella factura tardorrománica. Del románico queda una puerta, actualmente cegada en la pared norte, la nave central y el resto de naves que conforman la iglesia, con claro olor a gótico, además de la portentosa torre de seis cuerpos, de los cuales los tres iniciales están ausentes de vanos. Su interior es portentoso y ostenta varios retablos, uno de Juan de Balmaseda, y otro de ellos con pinturas de Miguel de Saldaña.

Torremormojón está a 25 kilómetros de la capital palentina. Se llega perfectamente por la A-65 -aunque esta vía de alta velocidad acaba poco después de superar el pueblo de Grijota- para a la atura de Villamartín incorporarse a la CL-612. Al llegar al pueblo, a tu derecha, se muestra imponente tan bella torre y a tu izquierda, el altozano que emplaza los restos de su otrora castillo. La subida a la fortaleza se hace por un camino que se encuentra contiguo a la parada de autobús y que dependiendo de la época del año se encuentra cerrado al tráfico. Pero merece la pena su ascensión a pie, pues las vistas que se van adivinando por el camino enardecen los más poderosos sentidos humanos.

La ascensión es suave, pero muy relajante. Unos 15 minutos a paso marcial llegas al altiplano del cerro ofreciendo unas espectaculares vistas de la Tierra de Campos. De lo primero que eres consciente es que estás en un lugar donde se mezclan pasado y futuro, en el flanco sur, los molinos eólicos imponen su poderío, al norte, la Montaña Palentina -si el tiempo lo permite-. Y a tu alcance, pueblos tan emblemáticos como Ampudia, Valoria del Alcor, Villerías de Campos, Baquerín de Campos, Boada de Campos, Revilla de Campos, Capillas y Castromocho, tal como reza en el deslucido por el sol panel informativo del lugar.

Las ruinas de la fortaleza medieval impresionan. Subyace en el ambiente un auténtico sabor del medievo, que se niega a desaparecer. Dicho castillo, según los historiadores, data del año 1500, aunque parece ser que mucho tiempo antes en dicho lugar existía una torre fortificada. El castillo lucía "planta rectangular, adarve de defensa, foso, cubos redondos adosados en las esquinas, al igual que la torre del homenaje de tres pisos". Las vistas de la localidad acaban con la memoria de la tarjeta de tu cámara fotográfica, son tantos los motivos para retratar, que el bite se queda en una unidad de medida minúscula para almacenar tanta belleza.